¡Cuántas veces deseamos!
desde el ceniciento imposible
que hacina nuestros sueños
difíciles de alcanzar
una vida distinta...
un amor gratificante...
salud inamovible
alegría triunfante
y vamos bregando
en el sabor que gravita
en la dignidad que ostenta
pero apagados
en el tosco bufo
que ríe de nuestro desaliento.
Hasta que logramos ver esa luminaria
que pone en guardia nuestro sentir
y avanzamos delirantes, iluminados.
Nuestro grisáceo espectro desaparece
saciando el hambre
hacedero de imposibles
desde su carestía.
Nos subimos al carro
con esa fuente de luz
hado que nos acoge.
Pero lograda esa fortuna
perdemos el deseo
y el vacío nos envuelve
confuso, impreciso,
que impele nuevamente en el brío
de buscar nuevo asidero.
Subimos y bajamos
sin detenernos
vacíos o plenos
cuenco de vacía agua
de hollín o fuego.
Malu de Lujan
desde el ceniciento imposible
que hacina nuestros sueños
difíciles de alcanzar
una vida distinta...
un amor gratificante...
salud inamovible
alegría triunfante
y vamos bregando
en el sabor que gravita
en la dignidad que ostenta
pero apagados
en el tosco bufo
que ríe de nuestro desaliento.
Hasta que logramos ver esa luminaria
que pone en guardia nuestro sentir
y avanzamos delirantes, iluminados.
Nuestro grisáceo espectro desaparece
saciando el hambre
hacedero de imposibles
desde su carestía.
Nos subimos al carro
con esa fuente de luz
hado que nos acoge.
Pero lograda esa fortuna
perdemos el deseo
y el vacío nos envuelve
confuso, impreciso,
que impele nuevamente en el brío
de buscar nuevo asidero.
Subimos y bajamos
sin detenernos
vacíos o plenos
cuenco de vacía agua
de hollín o fuego.
Malu de Lujan
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