miércoles, 2 de mayo de 2007

Herbazal Silencioso


Esta ciudad que amé
solo tristeza me trajo.
¡Tánto quise venir al mar!
que abandoné una vida
y sueños de juventud
que no cambiaron.
Aquí creí encontrar el amor,
un compañero, un solaz,
pero solo fue ese verdugo
que me robó el silencio.
Hombre pequeño
sombra de luna vigilante
ausencia de sol
aguijón enclavado
que retuerce mis entrañas.
¿Qué me hizo amarle?
ya no me reconozco.
Si era una águila fiera
¡que sobrevolaba cordilleras
y esquivaba pantanos!
La Vida silenciosa fue
mi piel herbando
y dejó su adalid
en mi herbolario.
Mucho sufrimiento heredé de su mano
efusión efervescente
que secó el polen
de mi gramínea suerte
dejando solo heno abandonado.
¡Qué me hizo aceptarle!
floretazo de espadín de cuatro puntas
con aristas de estearato.
ácido y veneno que corroe
flecha y arco.
Mis ojos flemones sangrantes
ramales de lluvia
espinelas de rojos luceros embargados
guardan los silencios
¡que no me robaron!
Mi vida en el desbarro
empaque obligado
de una órbita sin trazo
me hace una elipsis
entre elfo, hada y genio,
que me acompañaron.
Elite subjetiva de relato imaginado
universo y elixir fantástico.
Esta ciudad que preñó mi vida
en embarazoso acto
hizo hilván de puntada larga
desflorando la novedad
desgarrando mi ánimo.
Cae el grito bajo su desgarro
y desfoga la cal
que me ha alimentado.
Deshojó las luces
que cayeron de mi árbol
filiación tenebrosa
oscuridad de ceniza
celo esmerado.
¡Ya no sé porqué lo he aceptado!
y lo sigo aceptando...

Malu de Lujan




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