domingo, 16 de octubre de 2011

Llamarada Azul


El niño que había en ti aún está presente embuído de sueños celestes
dormidos en tu primera infancia.
¡Cuántas veces, aislado de juegos infantiles construías en la sencillez
de tu entorno mágicos carruseles que daban vueltas mostrándote
caballitos de madera, pecesitos alados o sirenas?
Vapuleada vida de avatares cotidianos no cejaron el esfuerzo
en desarrollar el impulso creativo de tus manos.
Los hierros, que desde ancestros eran usados en esclavos,
en grilletes prisioneros o marcas de ganado encontraron
sublime surco en el hueco azul oval de tus enternecidas manos.
Tu grito sordo, en el silencio, devotamente templado
entre soplete y martillo, en el dulce hierro se vuelve gris,
se vuelve azul, se vuelve mágico.
De niño te cautivó la belleza, frágil para expresarla guardaste
en el corazón la genuina pureza. Ya despojado de timideces
en el descubrir de tu fuerza avasalló la nobleza,
y hendido en el aire como una flecha, deseaste ganar la batalla
que estuviese ante ti expuesta. A partir de ahí...¡que nadie te detenga!
caen hierros o bronces, caen a las llamas que te ciegan.
Irónica o mordaz, tierna, humana, entintada o libre, patinada o prisionera,
es tu creación diversa.
En el neutro figurado, riguroso estilo propio que te impregna, vas
plasmando sueños que fervorosos, diluídos, en la llamarada azul
que recorre tus venas, dejan el sello apasionado
que tu pureza de niño aún conserva.
Hermoso herrero, en el candente oficio de tu quehacer, sin descanso
ni tregua, dejas el corazón que consuma la luz y el amor
que por tus manos de herrero en tu obra quedan.


Malu de Lujan


A Roberto Rosas, escultor argentino, con los sentimientos de mi más alta
consideración, admiración y estima.


No hay comentarios.: