Desde la cúspide del cielo
caen las sombras que regala la tarde
y envuelven con su grisácea
envoltura de nácar
los sueños suspendidos en mi frente.
Quise amar, saliendo de la espuma
alejando todo vestigio
de temores
piedrajas que entorpecen mi andar
de bohemia y solitaria alma.
En la amplitud de razones
que tiene la vida para distraernos
de cualquier embeleso
no encuentro una que me aparte
entrelazándome con su abrazo.
No desestimes la órbita
ni el deseo de añoranza
que me acosa y lleva
a su frondoso infinito.
Quiero desprenderme del dolor
que en cada historia
leen mis ojos
y reúnen en apretadas letras
como peces que se escabullen
tánta confusión aletargada e inútil.
Nada es como es en verdad
a luz de arreboles
de un amanecer desglosado
de terrenales intenciones.
Todo subyace oculto, agazapado,
esperando la señal tras la pausa.
Recostada propuesta
alza la cabeza desde su inmóvil
actitud.
Aún llueve, pero bajo su techo
cohabitan las razones
que me hacen seguir
de entre las corolas marchitas
y alas vencidas.
En la lejanía
los suspiros de la noche
son candiles centelleantes
que pulsan su luz
y golpean audaces
el manto cerrado
allí donde se enclavan
los más austeros secretos.
Malu de Lujan
1 comentario:
Se abraza a la vida de muchas manera y una es la que describes tan bien en tus versos.
Bonita reflexión la que nos dejas querida amiga.
Un abrazo.
Publicar un comentario