No levantes el puño
contra quien te lleva a la ignominia
que no encuentre su asidero
enfrenta la oquedad del descredito
con genuina dignidad en el centro.
No avizores en la ruta
lo perverso u opuesto
que su esquirla herira tu desconcierto.
A veces no hay perdon terrestre
cuando se desplaza
el aceite esmeralda de la envidia
que envilece.
Sin control el espiritu mezquino
que ese mal padece
a contrasol va entristeciendo
el camino
con esa seca flor en el pecho
de petalo verde.
Malu de Lujan
1 comentario:
Así es la envidia, por desgracia.
Un abrazo.
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