viernes, 25 de enero de 2008

C U M P L E A Ñ O S F E L I Z







En un día como hoy


clamé por llegar al mundo


pero con llanto tenue.


Era verano, pero el sol


estaba a la vuelta de la esquina.


La ciudad dormía silenciosa


y guardaba los secretos.


Doce campanadas anunciaban


lánguidas, acompasadas,


turbadora noche.


El día dejó el calor adosenado

en las ventanas,


había olor a encierro y alcohol de quemar,


algún perro dejaba oír su aullido lejano,


no circulaba nadie por la calle.


El Hospital estaba a oscuras


recortado como silueta fantasmal


a contraluz.


Las palmeras daban sombra en las paredes


de los pasillos.


Nada se movía,


excepto las mariposas nocturnas


que daban vueltas


por las bombillas intermitentes y tenues


de luz ultravioleta.


Mi madre jadeaba cada vez más


en la premura del parto


cual jinete se apronta a la llegada


luego de un largo viaje.


El silencio dejaba oír la mas tenue pisada.


Las monjas-enfermeras


se encaminan a un pabellon y lo preparan


trasladan en camillas a dos mujeres


una llora desconsolada


ha perdido a su hijo.


Nadie me esperaba...


ningún sonido de violines cruzó el aire.


Alguna lechuza entre los pinos


dió su graznido alerta


y voló como si alejándose


de algún mal presagio


la tierra me daría entre temblores


el trigo, la sal, el abrigo.


Nací entre dolores de alma y arrepentimiento


mi madre no me quería tener...


-lo escuché de sus labios-


¿Porqué creerán que los niños jugando


son sordos?


Nací...y no hubo corales, ni flores, ni alivio,


me decían "la negra", "la fea", "el patito feo"


Fuí pequeña, pelo y ojos negros como el azabache,


curiosos, inquisidores, pero tiernos.


Fui inquieta y soñadora,


silente y observante,


callada..."quitada de bulla" decían...


"parece una muñeca, donde la dejan , se queda"


Me enviaron al sur


ahí aprendí el valor de la tierra


y el trabajo campesino.


Pero fue como un abandono


que no entendía...¿tan malo era haber nacido?


A veces, solo quería dormir y olvidar


y así olvidaba...que era mejor no estar


desaparecer en el sueño


donde todo era real


-aunque imaginado-


Pasaban cosas fantasticas,


sí, era mejor soñar dormida o despierta.


Me quedaba así, contemplando todo


a mi alrededor.


Atenta a los sonidos para identificarlos,


sentía el silencio,


el suspiro de la tierra,


el mecer de las hojas


que van siendo acariciadas por el viento,


y suenan al friccionarse unas con otras.


Cerraba los ojos y me tendía en la hierba


me despertaba con el zumbido de algún mosquito


o la picada de alguna hormiga.


Me gustaba cabalgar, recorrer el campo


en caballo manso, sentir el río Teno...


¡tántos recuerdos!


En un día como hoy...


nací para contar las estrellas.




Malu de Lujan






Viña del Mar, 24 de Enero de 2008