En un día como hoy
clamé por llegar al mundo
pero con llanto tenue.
Era verano, pero el sol
estaba a la vuelta de la esquina.
La ciudad dormía silenciosa
y guardaba los secretos.
Doce campanadas anunciaban
lánguidas, acompasadas,
turbadora noche.
El día dejó el calor adosenado
en las ventanas,
había olor a encierro y alcohol de quemar,
algún perro dejaba oír su aullido lejano,
no circulaba nadie por la calle.
El Hospital estaba a oscuras
recortado como silueta fantasmal
a contraluz.
Las palmeras daban sombra en las paredes
de los pasillos.
Nada se movía,
excepto las mariposas nocturnas
que daban vueltas
por las bombillas intermitentes y tenues
de luz ultravioleta.
Mi madre jadeaba cada vez más
en la premura del parto
cual jinete se apronta a la llegada
luego de un largo viaje.
El silencio dejaba oír la mas tenue pisada.
Las monjas-enfermeras
se encaminan a un pabellon y lo preparan
trasladan en camillas a dos mujeres
una llora desconsolada
ha perdido a su hijo.
Nadie me esperaba...
ningún sonido de violines cruzó el aire.
Alguna lechuza entre los pinos
dió su graznido alerta
y voló como si alejándose
de algún mal presagio
la tierra me daría entre temblores
el trigo, la sal, el abrigo.
Nací entre dolores de alma y arrepentimiento
mi madre no me quería tener...
-lo escuché de sus labios-
¿Porqué creerán que los niños jugando
son sordos?
Nací...y no hubo corales, ni flores, ni alivio,
me decían "la negra", "la fea", "el patito feo"
Fuí pequeña, pelo y ojos negros como el azabache,
curiosos, inquisidores, pero tiernos.
Fui inquieta y soñadora,
silente y observante,
callada..."quitada de bulla" decían...
"parece una muñeca, donde la dejan , se queda"
Me enviaron al sur
ahí aprendí el valor de la tierra
y el trabajo campesino.
Pero fue como un abandono
que no entendía...¿tan malo era haber nacido?
A veces, solo quería dormir y olvidar
y así olvidaba...que era mejor no estar
desaparecer en el sueño
donde todo era real
-aunque imaginado-
Pasaban cosas fantasticas,
sí, era mejor soñar dormida o despierta.
Me quedaba así, contemplando todo
a mi alrededor.
Atenta a los sonidos para identificarlos,
sentía el silencio,
el suspiro de la tierra,
el mecer de las hojas
que van siendo acariciadas por el viento,
y suenan al friccionarse unas con otras.
Cerraba los ojos y me tendía en la hierba
me despertaba con el zumbido de algún mosquito
o la picada de alguna hormiga.
Me gustaba cabalgar, recorrer el campo
en caballo manso, sentir el río Teno...
¡tántos recuerdos!
En un día como hoy...
nací para contar las estrellas.
Malu de Lujan
Viña del Mar, 24 de Enero de 2008