viernes, 19 de octubre de 2012

Despedida A Jaime Garrido Araya

 
 
Cómo explicar la lágrima
que cede desde el océano del corazón,
cómo explicar este exilio
a otro plano desde el páramo terrestre,
la estelar marcha
dejando surco y simiente
rama y fruto desde el eclipse.
La vida fue generosa
y la confluencia serena
al final de tus días.
Has vuelto al regazo del Padre
al frescor de la brisa sin lamentos
por la ruta celeste
donde ángeles seguirán tu sombra
hasta ser luz
porque aún en el asombro
de esta abrupta partida
no existe la noche sino el día,
y quedarás cautivo, renacido,
en el valle iluminado.
Somos almas eternas
no éste cuerpo de miserias.
Ya bebiste la ardiente o fría agua
de la tierra y sembraste,
es la hora que tu helecho se aparte
y deje ver agua del cielo.
Ni locura, ni danza, ni llanto,
se  abrirán en el antojo
de pausas y silencios.
Saciaste tus ansias a surco abierto.
Te toca ofrecer el perdón
como un sorbo ciego, y lo sabes...
Arropado de niebla
ya sin detenerte en tu viaje
desnudo y herido lo ofreces.
Se extiende en el azul
más allá de nuestra comprensión
la profunda voluntad que todo mueve
y aunque dejas un vacío
estás libre!
Dios te toma de su mano
llamarada de amor
y te envuelve.
 
 
Malu de Lujan
 
 
 
 
 

1 comentario:

Rafael dijo...

También en estos versos va tu huella y ese recuerdo cariñoso que tanto dice de tu persona.
Un abrazo en la noche.