domingo, 18 de noviembre de 2012

La Rosa de la Vida

 
 
Me separo de ti,
 de ése corazón ingrato
sin la fiebre de la espera
que señala con su mano
otra señalética.
Madrugada oculta a una promesa
que derrota mis fuerzas.
Mi hambre astral
se pierde en la multitud
y agacha la cabeza,
migajas sin perdón
quedaron fuera
de su constante pregonar
dispersas.
Desde su incógnito costado
migra el amor incomprendido,
usado, desatendido, abandonado,
con el plañido de su derrota
volcándose al olvido.
Todo es una dádiva
estela azul que oculta llantos
pero a veces la feroz indiferencia
se cuelga como cadena
desplazándose ligera.
La primavera tiene final
introduciendo las hojas muertas
bajo la tierra,
el amor también muere
de muerte súbita o natural.
Mi vigilancia se transparenta
caen los pedazos al exterior
de un sentimiento
que no encontró la fuerza
-en su sangramiento-
para vivir.
La lágrima ya no cae extinta
me deja la cara de arcilla
desde donde se moldea nueva sonrisa.
Fue largo el ayuno
hasta comprender que a veces
la soledad
es la mejor rosa de la vida.
 
 
Malu de Lujan
 
 
 
 
 

2 comentarios:

Rafael dijo...

Se entiende la soledad de tu protagonista en este poema a través de lo leído.
Un abrazo en la noche.

Malu de Lujan dijo...

..demasiado intimista, pero en fin...es catarsis, nada que hacer..