ese sentimiento
aroma de imposibles que entregué un día.
Fue como juntar mi océano
con tu riachuelo,
o desgranar mariposas
en la oscuridad de tu desierto.
Fue ir a la cima, sabiendo que no venías
demasiado ocupado en tí
mirando tu ombligo ya viejo.
Pasas...sin tocar la tierra, ni la gente,
altivo, en tu trono de espejuelos.
Casi no sonríes afable
de tánta amargura y vacío.
Nada te enamora
hay en ti huelga de abrazos
y besos dulces
esos que apenas te rocen los labios
y pude darte...
¡el resto de tus días!
Estás lejano, diseminado, perdido,
calcinado en la hoguera donde no queda
humo...ni brasas...ni aliento.
Te consumes derrotado
dirigiendo apenas una mirada
de ironía o duda.
Me hablas con dureza desde tu reino
de soledades
tu mundo estrecho.
¿Tánta moneda sucia pasó por tus manos
que no alcanzas a ver
la gratuidad limpia y generosa?
¡No me conoces!
Nunca te tomaste esa molestia
de ver a nadie que no fueras vos mismo.
No más palabras...ni luceros...ni rocío...
¡Ya no existes!...¡Ya te has ido!
Tu palabra apagó de golpe el capullo naciente
un lejano día...
hoy, ¡lo sepulta!
No deseo ser espectadora de tus miedos
¡me has enlutado el alma!
angel herido de mirada fría
rodeado de figuras fantasmales
apenas...un charco queda de tu río
donde la luna esconde su verguenza
de ver a un rey... ¡caído!
Malu de Lujan