son oleadas de caballos salvajes
que asaltan la memoria dormida
intercambio presuroso
del querer no poseído.
Aparecen como vástagos de ausencia
gravitando sin medida.
Conductores que orientan
el sentir y la armonía
y carpinteros de sueños inquilinos
que un día construyeron nuestra vida.
A veces los recuerdos
despiertan coordenadas
que unas con otras cicatrizan las heridas
cual aguja invisible
acierto de magia y cirugía
y forman un puente en el pasado
que nos hace ver amables
lo que fue una intriga.
A veces los recuerdos
son sal que alimenta la vigilia
o azúcar que endulza una partida.
Conspiran deleitando...
o relamiendo la befa que soflama
una trampa que no vemos
o realzan la curva
que enmarcan los deseos.
Aparecen las culpas, los reclamos,
se rinden las sospechas
o se agrandan las verdades
enquistadas en las venas.
Los recuerdos a veces
personajes detestables
que separan o aniquilan
a veces son desvíos necesarios
que nos hacen ver con emoción
lo que no vendrá...
y que perdimos en la vida.
Malu de Lujan
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