...me desprendo del tronco y los peñascos
-que bloquean mi camino
cortándome el paso-
y las hojas que extienden sus brazos
alrededor de mi cuello.
Me desprendo de las ramas que erosionan
haciendo surcos de desesperanza.
Me desprendo del filoso puñal
clavado a mi misma
de envejecidos resentimientos.
Abandono el consentimiento
de albergar miedos.
Busco el equilibrio en la neutralidad
de la concordia, la paz, el amor y el perdón
para sanar el alma.
Surgen desde mi derrumbre
y el despertar de mi amanecer
nuevos sollozos de la tierra
y llanto que enceguese
pero que regará nueva siembra.
Desde la matriz las voces que se congregan
agua en cascada que fluye generosa, abundante
hacen una plegaria e invocan perdón.
Ya no más juicios...ni culpas...ni miedos
en volcamiento hemisférico
y azul consumación.
Me desprendo del fuego y la ceniza
la resaca y el olvido
verbo y anillo de palabras
que enuncian sentencias
y conviven soslayadas
en el cristal de mi memoria.
Hago limpieza de jardín
de brotes secos y de textos
de otoños y de besos.
En el desalojo ya no más
abrazar antiguas fuentes
que dejan en estado grave mi corporeidad
encadenan mi silencio
avasallan mis sueños
y me heredan ecos de un solar sin fundamento.
o se estrellan en el interludio
abandonando el viento que los arrastra
a otro horario.
Basta de conmiseración
en una serpentina a la intemperie
donde cualquiera da curso a su frenesí
y desacelera mi viaje.
He transitado mucho tiempo
sin vida propia
rememorando en la mansedumbre
miserables sollozos ajenos
en un oscuro agujero eriazo
al costado de mi
en una playa llena de escombros del pasado.
Es hora que deje ladrar a los perros...
hacer un plenario
y pensar en las aspas que mueven
el molino de mis deseos
mientras van moliendo
la abrumadora penumbra
en esta gruta encallada en el mar.
Malu de Lujan
No hay comentarios.:
Publicar un comentario