viernes, 20 de julio de 2012

No estás



Dejé de verte por el rabillo del ojo
por entre ventanas, zaguanes,
o puertas ajenas semiabiertas a mi mirada,
atónita comprobé que ya no estabas
con esa frase corta o esa corta palabra.
Ablandó la nube con su mano blanca 
hasta el amanecer que lloroso me recibe
y en su abrazo húmedo deposita la calma.
Nada es igual desde que viniste
a llevarte mi sollozo o mi risa
mi enamorada palabra
sin dejar nada...
entre las arrugas de una sábana
donde deposité mi abrazo
y mi caricia de niña 
que no aprendió a ser mujer.
Te llevaste todo
en tu cuerpo de salvia
de tembloroso junco y tallo dulzón.
Estrujaste los miedos
de espinosa nostalgia
agua subterránea que sube
a la fresa de mi corazón.
Ya dejé de verte
gentil misionero segador del tiempo
en que la vendimia te dió frutos nuevos
de jugosa pulpa
que subió a tus labios de goloso ardor.
Ya no tengo tu brazo ligero
herbazal de viento
que contuvo mi cuerpo 
como ramo abierto
y donde tu grito, surco de labriego
asomó a mi pecho
cual manojo de susurro y silencio
en la oscura sombra de mi soledad.

Malu de Lujan
 

1 comentario:

Rafael dijo...

"Dejé de verte..."
Como al protagonista y narrador de tu poema, sucede muchas veces en la vida, pero siempre hay que conservar la esperanza y el deseo de que nunca se pierda esa ilusión latente.
Un abrazo en la tarde.