miércoles, 19 de septiembre de 2012

Vocerío en el Silencio



Esperé...esperé...esperé...
que las horas indecisas
terminaran su letanía,
no escuché la voz ni el trino lejano
como apaga en ese vocerío insistente
asedio a la razón
corriente aletargada
el aviso, la señal, 
el semáforo de peligro.
Siento nuevos olores 
que me salen al paso 
hay en el aire nueva fragancia
que ensaya su entrada.
La luz reniega de su reflejo
y la oscuridad me invade.
Los sabuesos entrenados
salen a campo traviesa
a buscar los despojos
de las aves caídas.
Te llamo y mi voz es distinta
hay un dejo de dolor cautivo
es otra ceremonia la que esperé
después de tánto pliego
y despliegue en el regreso.
No hubo ensayo ni función,
salen los bufones 
y se sacan las máscaras.
Hay un viento tibio
 y el mar ruge a lo lejos,
en su reclamo golpea
cada centímetro de mis recuerdos.
Ya no habrá días
en que los perros salgan 
a aullarle a la luna
en una atmósfera engañosa, romántica.
 Todo el país sabe
que me expusiste a un nefasto rumor
arena de desierto
que hunde su austeridad y su verguenza.
Te busqué en una noche magnífica
mientras el corcel omitía
su carrera hacia el descampado
para quedarse fatigado y silente...
No quiero llorar...¡para qué! 
conservaré la distancia
de la noche sombría.


Malu de Lujan


1 comentario:

Rafael dijo...

Lo peor del silencio es la voz que devuelve la noche y el desierto. Es como un eco del alma que nos vuelve.
Un abrazo.