sábado, 1 de diciembre de 2012

Arañazos del Destino

 
 
¡Enséñame!
a derogar la tristeza
alpestre huésped
en el altibajo de mis días.
Soy alondra que se alimenta
del ázimo cotidiano
sin derecho a cópula
susceptible de pulimento
ayuno obligado
que conturba la espera
celofan observante
copiosa interrogante profunda.
¡Enséñame!
en la brasca donde se cuece lento mi deseo
costilla verdadera, no falsa,
de mi lateral verdad.
¡Enséñame!
en este blufar ajeno
donde aprendí a callar y olvidar
que estoy aquí...
como boba candorosa
con el as de oro en la mano
y la tristeza en el alma.
Perdí el juego
y a nadie le importa.
¡Enséñame!
lo útil de callar
cuando salen las verdades amargas
y lo tiñen todo
azadón que remueve la conciencia
en la labranza sincera.
¡Enséñame!
a aspirar lento este tabaco
que contamina mi arrogancia
y cambia el azol de mi vida
en mi arabista paisaje.
Aleja ese arañazo del destino
solípedo animal
zarpazo de tigre oculto
que cobija su defensa
y ataca a mansalva
en mi desairado garbo
que ha dejado caer su ropaje
dejandome desnuda
a merced de la voracidad
que se rebela y depreda
silenciosamente.
 
 
Malu de Lujan
 

1 comentario:

Rafael dijo...

Efectivamente, tus versos de hoy, son como "los arañazos del destino", en boca de tu protagonista.
Lindo poema.
Un abrazo y feliz domingo.